Eficiencia vs Valor Añadido: oportunidades o un dilema para competir en la industria alimentaria

Después de varios años recesión económica y con reducción importante del consumo interno y, especialmente, con una menor disponibilidad de dinero por parte de los clientes, la industria alimentaria ha apostado de manera generalizada por competir en base a la eficiencia, es decir, reduciendo los costes, pero no ya hay mucho margen para disminuir costes y profundizar en la competencia basada en la eficiencia, salvo que se ponga en riesgo la calidad de los productos.

A nivel global se están produciendo tendencias que no pueden dejar de observarse por su rápida implantación e impacto local. El aumento de la población mundial y del poder adquisitivo de los consumidores en las economías emergentes, es casi el poder adquisitivo actual de Europa occidental, implicará una mayor demanda de alimentos y encarecimiento a nivel global de las materias primas lo cual dificultará la competitividad basada en eficiencia.

Sin embargo, nivel europeo y de España, en particular, el volumen de consumidores se estanca, el número de ingestas dentro del hogar no crece y la marca de la distribución es la principal vía para llegar al mercado del retail. En consecuencia, la penetración es la única palanca para crecer ofreciendo más momentos de consumo al cliente.

Además, vivimos en un mundo urbano, la mitad de la población mundial ya vive en ciudades, lo que genera más del 80 % del PIB global. Sólo 600 centros urbanos, con una quinta parte de la población mundial, generan el 60 % del PIB mundial. En 2025 será todavía mayor. Este escenario nos ofrece oportunidades de consumo y generar valor añadido, ya que compramos algo más que alimentos: limpieza, tiempo, comodidad, salud, etc.. Las necesidades del consumidor son cada vez más fragmentadas y el consumidor en si mismo es más reflexivo, exigente y demanda transparencia y conocimiento sobre lo que consume.

Los mercados están cada vez más interconectados, por lo que no sólo nos debe preocupar la competencia local, sino los competidores globales que llegan directamente a nuestros mercados con productos más innovadores, con más calidad o a mejor precio, haciendo que la eficiencia sea clave, pero el valor añadido también para poder diferenciarse de los competidores globales.

La industria alimentaria tiene oportunidades de crecimiento pero necesita adaptarse continuamente a los cambios del entorno, con competidores globales, presión cada vez mayor sobre las materias primas, en un entorno de guerra por el precio en la distribución y con un consumidor cada vez más exigente en prestaciones y menos fiel a las marcas. En este escenario la clave es innovar en todas las áreas de la organización empresarial. La innovación en producto es sólo una más y no la trascendental para tener éxito comercial y garantizar la sostenibilidad de la empresa. El no crecimiento de la población hace más necesario que nunca recurrir a la innovación para crecer. La innovación enfocada a ganar penetración a través de la búsqueda de nuevos momentos de consumo.

 

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