En este escenario de importantes incertidumbres y crisis económica, la lucha por la competitividad empresarial ha sido una de las palancas clave donde tanto las empresas como las instituciones han puesto el foco. Competitividad que ha venido marcada por un primer objetivo de reducción de costes de todo tipo, con el fin de conseguir unos precios más competitivos en el mercado. Sin embargo, la reducción de costes tiene un límite y en muchas empresas se está o se ha llegado a él, no hay mucho más margen de maniobra en esa dirección.
Conscientes de esta limitación algunas empresas y administraciones han impulsado también medidas de mejora de la competitividad desde otro enfoque. La competencia hoy es feroz, y solo puede esperarse que lo vaya a ser más. La lucha por el precio y la eficiencia han sido hasta ahora el foco, pero y a pesar de la crisis, la nueva batalla será, además, por la innovación en todas las áreas dela organización y el “time to market”. Estamos ante un mundo cada vez más interconectado ante un sistema en red, cada día más complejo y robusto, un consumidor más reflexivo y con múltiples opciones de elección. Los ahorros de costes por sí solos no hacen las empresas más competitivas. La competencia de costes más bajos debe ser contrarrestada con la innovación de vanguardia en productos, procesos y servicios, no hay otra alternativa para países con altos salarios y mayores costes operativos. La innovación no tiene límites.